sábado, 24 de septiembre de 2011

Panteras.

Obra de Matug Aborawi.


Su suave aroma, a canela y menta, impregnaba la estancia. La luz penetraba, tenue, por una pequeña rendija de la tupida, pesada cortina de terciopelo granate. Se vislumbraba su suave contorno azulado. Y sonidos de suspiros mezclabanse con el almizcle exhalado de su moldeado y argenta cuerpo.

En el umbral, medio escondida, admiraba con ojos cristalinos y olivas, como se estremecía entre sombras su masculino cuerpo, deseaba, anhelaba, ser su ser, sus entrañas, poseerlo. Era su belleza un poder oculto, su carácter de ser poseedor y nunca poseído. Quiso  renegar de su naturaleza divina de Helena, de madre tierra, y ser el inmortal y poderoso Urano.

De súbito, se abalanzó sobre él, cual tempestad, cual ola solitaria, y sin piedad, lo agarró por detrás, y le susurró en un hilo jadeante de voz.
-          Hoy te poseeré yo. -



1 comentario: